Las vivencias de tu infancia pueden haber repercutido sobre tu identidad y la forma en que interactúas con el mundo, moldeando tus perspectivas, formas de expresarte y de ser. En este sentido, los traumas inconscientes y heridas emocionales pasadas pueden afectarte, tanto física como mentalmente, además de desencadenar una serie de decisiones dolorosas y la repetición de patrones al relacionarte con tus vínculos.
No obstante, al emprender un viaje por la propia sanación y el autoconocimiento, es posible reconocer esas heridas de la infancia que tanto sufrimiento te pueden causar. Por ello, en este artículo queremosexplorar la importancia del trabajo interior, acerca de lo que te daña y cómo todo esto afecta en tu vida actual. Destraba traumas y sana heridas, ¡consigue forjar una conexión con tu niño interior!
Tabla de contenidos
Comprendiendo el concepto del Niño Interior
El niño interior es una estructura psicológica que encapsula nuestras experiencias emocionales más tempranas. Se origina en corrientes de la psicología como la terapia Gestalt, que se dedica al estudio de la percepción humana. Este concepto también fue explorado por el psicólogo suizo Carl Jung, quien vio al niño interior como un arquetipo que representa la parte inocente, sensible y llena de asombro de la persona. Son una técnica terapéutica basada en la comprensión de las dinámicas y estructuras familiares. Los problemas que enfrentamos en nuestra vida pueden estar arraigados en las generaciones pasadas de nuestra familia, y estas constelaciones nos ayudan a identificar y resolver estos problemas subyacentes.
¿Por qué necesitas sanar tus heridas infantiles?
La importancia de sanar tus heridas emocionales de pequeño se relacionan con el efecto que produce a lo largo de toda tu vida, perjudicando a tu bienestar emocional y físico durante la adultez. Estas lesiones, que pueden surgir desde la crianza materna y paterna, y del tramado familiar que va de generación en generación, pueden dejar secuelas emocionales que influyen en la forma de relacionarte, en tu calidad de vida y en tu autoestima.
Siguiendo esta línea, es importante aclarar que si no se enfrentan y reconocen las viejas cicatrices, es probable perpetuar patrones y actitudes perjudiciales (sembrando más dolor y sufrimiento).
5 heridas de la infancia que impiden ser uno mismo
Las heridas y cicatrices emocionales de la infancia son sensibles marcas que traes contigo y que pueden perdurar en la vida adulta. Esto provoca que tu comportamiento se vea afectado, así como también la forma en que te relacionas con tu pareja (pudiendo generar un apego tóxico emocional).
A continuación te enseñamos cuáles son las 5 heridas emocionales claves, para que puedas reconocerlas y sanarlas:
Miedo al abandono:
Lo padecen las personas que han sufrido abandono desde pequeños. El abandono puede generar una sensación de temor relacionado con el miedo a perder un ser querido, a la soledad o miedo a no tener el amor de tu pareja. Esto puede causar un apego emocional excesivo, una dependencia que evitará una relación profunda o, por el contrario, la incapacidad de confiar.
Miedo a confiar o a la traición:
Este temor surge cuando de pequeño te han engañado o no han cumplido una promesa esperada. Las personas que llevan esta cicatriz pueden manifestar dificultades de confianza, problemas para establecer vínculos genuinos y sentimientos de envidia. La ansiedad y el control constante también pueden estar muy presentes.
Temor a ser rechazado:
Es sufrido por personas que fueron rechazadas o no aceptadas por sus progenitores y/o familiares. Este miedo se relaciona con la baja autoestima, el temor a no merecer amor o no poder brindarlo, la dificultad para establecer conexiones íntimas, la necesidad de reconocimiento o atención constantes y las tendencias a aislarse o huir.
Miedo a la humillación:
La herida se relaciona con el sometimiento a humillaciones, burlas o críticas durante la infancia. Todo esto puede provocar un perfeccionismo compulsivo, ansiedad social, gran falta de autoestima, dificultad para reconocer méritos propios, y dejadez (tendencia de preocuparse por otros en lugar de por su persona).
Miedo a la injusticia o inequidad:
Surge cuando los progenitores crían a sus hijos de forma rígida, autoritaria y fría. Las personas con esta herida tienen sentimientos de impotencia, frustración, inutilidad e injusticia constante. Esto lleva a ser perfeccionistas, tener actitudes defensivas, ser fanáticos del orden y sentir necesidad de tener siempre la razón.
Cada una de estas heridas impiden llevar una vida plena, autónoma y feliz, ya quedejan una marca profunda en la psiquis, influyendo en las emociones, en el comportamiento y en la forma de vincularse. Sin embargo, es bueno poder reconocerlas, identificarlas y sanarlas (para evitar que tus descendientes atraviesen experiencias que determinen su vida adulta) y, al mismo tiempo, es bueno identificarlas para poder alcanzar una vida libre de heridas dolorosas que te persiguen.
¿Cómo se manifiestan esas heridas?
Un adulto que ha tenido numerosas heridas durante su infancia será un persona con posible depresión, ansiedad, poca autoestima, dificultades para tener pareja, problemas de confianza y tendencias a enfrentarse con situaciones insanas. También pueden sufrir adicciones, abuso de sustancias o autolesiones.
Asimismo, los patrones arraigados a la niñez pueden generar conflictos internos de difícil solución, desasosiego emocional, síntomas físicos e incapacidades de desenvolverse normalmente. Por otra parte, las culpas pueden surgir, así como también dramas excesivos, estrés y nerviosismo.
Como bien se sabe, la infancia es una etapa vulnerable en la cual se experimentan diversas emociones de difícil transmisión. Un niño puede sentir ira, enojo, tristeza, miedo y más sentimientos que, en varias ocasiones, quedan guardados en el inconsciente y no sanan.
¿Cómo sanar una herida de la infancia?
Lo primero es reconocer esas heridas que traes y tener en cuenta que hay mucho que aún no conoces. Es primordial que seas consciente de cómo tú mismo, sin saberlo, puedes impactar negativamente en tu vida. Pero recuerda: ¡eres responsable de tu presente y aún puedes tomar las riendas para sanar!
- Descubre las heridas que te lastiman. Es importante abordar las cicatrices psicológicas latentes, de manera de fomentar el bienestar general y dirigir la mirada hacia adentro. Una vez que encuentres esos patrones invisibles que te atormentaron durante toda tu vida, conseguirás una existencia más sana y plena.
- Reconoce que necesitas ayuda. Para comenzar con el proceso de sanación, es primordial un acompañamiento y seguimiento. Recordar que no estás solo, y que puedes pedir asistencia, te ayudará a sanar y a aceptar los aspectos negativos de tu pasado.
- Ve a terapia. Un terapeuta capacitado puede analizar y evaluar tus emociones, ayudándote a procesar tu pasado y a descubrir qué patrones son los que estás repitiendo. Además, será quien brinde herramientas y contribuya con un mayor entendimiento personal.
- Trabaja en tu niño interior. Llevar un diario introspectivo a lo más profundo de tu infancia puede ayudarte a conectar con tus experiencias traumáticas. Es sabido que este viaje de sanación lleva tiempo y persistencia, pero se puede lograr con ayuda.
- Sé consciente de tus emociones. La consciencia emocional permitirá diferenciar cómo te sientes, cómo te encuentras en un momento determinado y cómo tus sentimientos pueden influir en tus pensamientos y acciones. La autorreflexión, entonces, será clave para vivir más atento a lo que te sucede y a lo que pasa a tu alrededor.
- Libérate del apego emocional. Lo mejor será trabajar en construir autoestima, practicando la atención en ti mismo y la aceptación de sentimientos, tanto negativos como positivos. Al comprender las razones de tu apego, aceptar lo que sientes y practicar el dejar ir conscientemente, estarás facilitando tu proceso de liberación.
- Sana tus heridas y empodérate. Una vez que logres aceptar, reflexionar, conocer las razones y encontrar las herramientas que te permitan sanar, verás cómo todo el proceso va tomando un rumbo hacia tu bienestar emocional y paz mental. Recuerda que es un camino de perseverancia continua, así que sé amable contigo mismo.
Conclusiones finales
Las heridas emocionales de la infancia pueden pasar desapercibidas por los padres, y por consiguiente, por los adultos que las sufrieron. De ahí la importancia de entender los distintos tipos de cicatrices, para poder detectarlas a tiempo, evitarlas y sanarlas.
Una buena práctica es indagar en tu pasado, informarte, realizar cursos o talleres y acudir a terapia. Y si deseas tener hijos o ya los tienes, lo primordial va a ser promover emociones positivas que brinden una sensación de bienestar, rompiendo con los patrones del pasado que impiden tener una vida plena, en armonía y feliz.